Mal vs. Dolor

28 Mar

Las guerras están entre las peores causas de muerte y sufrimiento evitables. Pero en los Estados Unidos, las primeras causas de muertes evitables no son las culturas extranjeras, gobiernos extranjeros o grupos terroristas. Son las enfermedades, accidentes de tráfico y los suicidios. La “guerra contra la pobreza”, “guerra contra la obesidad” y otras campañas parecidas han sido intentos fallidos de trasladar a estas causas de gran daño la misma pasión y urgencia que normalmente se asocian con las guerras contra el mal. ¿Porque las enfermedades cardiovasculares no son el mal? ¿Por qué el tabaco o la ausencia de seguridad en el puesto de trabajo no son el mal? Entre los factores perjudiciales para nuestra salud que más rápido crecen se encuentra el calentamiento global. ¿Por qué no se producen esfuerzos urgentes para luchar contra estas causas de muerte?

La razón no tiene ningún sentido moral, pero tiene sentido emocional para todos nosotros. Si alguien intentara esconder el peligro del tabaco, sabiendo que resultaría en mucho sufrimiento y muerte, lo habría hecho para ganar algún dinero, no para herirme personalmente. Incluso aunque actuara por el sádico placer de hacer daño a mucha gente, sus actos serían malvados, pero no lo habría hecho específicamente para herirme a mí personalmente mediante un acto violento.

Los atletas y los aventureros se exponen a situaciones de miedo y peligro solo por placer. Los civiles que soportan bombardeos aéreos experimentan miedo y peligro, pero no el trauma sufrido por los soldados. Cuando los soldados vuelven de la guerra heridos psicológicamente, la razón principal no es el haber pasado miedo y peligro. La causa principal de estrés en la guerra es tener que matar a otros seres humanos y tener que enfrentarte cara a cara con otros seres humanos que quieren matarte a ti. El teniente coronel Dave Grossman describe esto como el “viento del odio” en su libro On Killing, en el que explica:

 

“Queremos desesperadamente gustar, ser queridos, y estar en control de nuestras vidas; La hostilidad y agresión intencionada, manifiesta, por parte de otra persona asalta nuestra imagen personal, nuestro sentimiento de control, nuestra percepción del mundo como un sitio comprensible, y nuestra salud física y mental más que nada en el mundo. No es el miedo a la muerte o al dolor por alguna enfermedad o accidente sino los actos de depredación y dominación por parte de otro seres humanos lo que produce terror y odio en nuestros corazones.”

Por eso los sargentos instructores son malvados hacia los reclutas. Les están inoculando, condicionándoles para enfrentarse, aguantar y creer que pueden sobrevivir al viento del odio. Por suerte la mayoría de nosotros no hemos sido entrenados para eso. Los aviones del 11 de Septiembre de 2001 no impactaron en nuestras casas, pero la creencia de que los siguientes podrían hacerlo convirtió el miedo en una importante fuerza política, una fuerza que algunos políticos alientan. Se nos mostraban imágenes de prisioneros musulmanes, extranjeros, de piel oscura, que no hablaban inglés siendo torturados y tratados como bestias salvajes porque no se podía razonar con ellos. Y durante años hemos llevado nuestra economía a la bancarrota para financiar el asesinato de los “cabezas de trapo” y los “hadji” mucho tiempo después de que Saddam Hussein hubiese sido apartado del poder, capturado y asesinado. Esto ilustra el poder de la creencia en la lucha contra el mal. No encontrarás la erradicación del mal entre los objetivos del “proyecto para el nuevo siglo americano” (Project for the New American Century), el grupo que apoyó con más fuerza una guerra contra Irak. La lucha contra el mal es solo una forma de conseguir que aquellos que no obtendrán ningún beneficio de la guerra se suban al carro para apoyarla.

 

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